El día de ayer pude vivir algo increíble dentro de esta historia de resiliencia y cosechar luego de tanta tribulación real e irreal…
Dentro de lo real el tener tantas perdidas en mi vida de amistades, amores y paternidades…
Sí, un hijo que aún llevo marcado en mi brazo al lado de mi corazón y el lienzo preparado para una de unos encuentros del destino para una de amor e isntinto que me hizo dejarlo todo saltando el océano para buscar encontrarme con ella…
Ahora dentro de lo maravilloso del día de ayer fue el poder poner en práctica algo que había estudiado para poder hacer la vida «tolerable» inicialmente digamos limpiando el terreno que había descuidado por varios años y ahora poder reconstruirme en el proceso de reinvención.
Fue algo increíble el poder parar y decir: estos son creencias y soy un simple espectador de algo que no soy.
Pide hacer un stop en unas tareas que siempre dan agobio por tener la atención dispersa y poder sentar el foco a voluntad, vida que nunca de forma consciente y presente había podido realizar en mi vida anteriormente…
Sí. No soy el dolor imaginario de las décadas de creencias marcadas por esperiencias marcadas por el dolor de lo que consideraba humillaciones, donde empoderaba a las circunstancias y no a una autoestima bien sembrada en la infancia, y sumandoles mis limitaciones biológicas, había sido el rehén de todas estas circunstancias, no mi esencia, mi yo verdadero.
Ese ser que habita en este cuerpo ya marchito emocional y ahora físicamente, por tanto jaleo persiguiendo la zanahoria de las metas de la felicidad, habiéndome perdido la felicidad real: el camino diario, pqra poder darle un sentido a la vida dentro de una zona de confort un confortable.